Como todo lo que se incorpora desde afuera de nuestro organismo, las vacunas pueden producir reacciones adversas. Sin embargo, debes saber que, en la mayoria de los casos, se trata de molestias locales leves por la aplicación y quizás algo de fiebre. Esta elevación de la temperatura se debe a la estimulación del sistema inmunológico con los componentes de las vacunas, por lo que con un baño o un antitérmico puedes librarte a tí o tus niños de esta molestia.
Es importante saber como se encuentra el sistema inmune, ya que si las defensas están bajas por algún motivo (enfermedades malignas, estrés, trasplantes, algunos tratamientos), ciertas vacunas no se pueden aplicar. Esto se debe a que aquellas inmunizaciones incluyen agentes infecciosos vivos, por lo cual, ante la presencia de defensas bajas, el organismo no podría defenderse y se provocaría enfermedad.
A veces las vacunas pueden generar lo que los profesionales llaman enfermedad postvaccinal (o sea, posterior a la vacuna); esto no debe preocuparte, ya que si el sistema inmune está sano, se generarán defensas adecuadas.
A pesar de estos efectos adversos, siempre es importante vacunar a tus niños y respetar el calendario de vacunación, ya que se trata de una estrategia muy segura y eficaz que evitará muchas complicaciones graves. Aún siendo adulto, es apropiado que controles tu propio esquema de vacunación, en especial para afecciones como la hepatitis B y el tétanos.

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